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El 6 de enero se celebra la Fiesta del Niño, una tradición singular que perdura en el tiempo desde que las epidemias alteraron el próspero latido de unas tierras excepcionales para el cultivo. La Hermandad de las Ánimas se desplaza, casa por casa, para que todos los abaraneros y abaraneras adoren al Niño Jesús con motivo de la Epifanía.
Más de diez imágenes del Niño, no menos de cuarenta personas de la Hermandad de Ánimas, portando alforjas y faroles, atienden cada año la demanda de cuatro mil hogares abaraneros. La fiesta comienza a primeras horas de la mañana, con el traslado del Niño a diversos centros sanitarios de Murcia para que los enfermos puedan rezarle. Luego, a las tres de la tarde, salen las imágenes de la iglesia al son de villancicos e inician el recorrido por el centro urbano y las barriadas de la Virgen del Oro, Asilo, Hoya del Campo, San José Artesano, Pisos de Carmelo, etc.
Las fiestas patronales de San Cosme y San Damián (27 de septiembre) tienen lugar en la segunda quincena de septiembre. Su programación incluye festivales de Bandas de Música, Certamen de Zarzuela, Concurso de Canto Lírico, corrida de toros, Tradicional Batalla de Flores (desfile de carrozas), coronación de la reina y procesión de los Santos Patrones.
Comparten protagonismo de estas fiestas las "verbenas", que se realizan en el Parque Municipal, con la actuación de afamados grupos y artistas musicales, poniendo colofón la kilométrica traca fin de fiestas.
Abarán destaca por sus procesiones que, año tras año, han adquirido mayor calidad y relevancia, declaradas de Interés Turístico Regional.
Se celebra en la Plaza del Ayuntamiento, con la presencia de todas las Hermandades, lo cual configura una pintoresca escena, llena de colorido y entusiasmo. Entre la multitud, que se concentra en esta plaza, se abren paso el Cristo Resucitado y la imagen de la Virgen María, hasta que se encuentran. Tras realizar esta tres reverencias, los costaleros de esta cofradía "sueltan" al vuelo decenas de palomas, en señal de alegría por ver al Cristo Resucitado.
Cuenta con una tradición de cuatro siglos. Esta procesión sale a las cuatro de la madrugada del Viernes Santo, desde la Iglesia de San Pablo, encabezada por un estandarte y acompañado de dos encapuchados. La procesión hace diversas paradas, donde se cantan unas tonadillas, que resaltan en el silencio de la noche.